martes, 29 de septiembre de 2015

Miguel

En el cielo ni estrellas ni Luna.

En el suelo solo la tierra baldía.

En la mente mil pensamientos gastados.

Y una sola pena en el alma.

Frente a él siete bocas de dragón.

Tras ellas solo muñecos de trapo.

Junto a él nueve cadáveres aplazados.

Sobre ellos solo la sinrazón y la inquina.

¡Ya escupen fuego los monstruos de acero!

¡Ya el plomo les arranca las entrañas!

No sabe por qué lo matan.

Solo que ya no verá el alba.

A su hijo ya no le cantará ninguna nana.

Ni besará a Jimena sus labios. 

Nadie dirá que lo mató una bala, pues antes, la pena le segó el alma.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Luna de sangre


Dicen que anoche hubo un eclipse.

Y, que la Luna estaba muy cerca.

Que casi invadía nuestra atmósfera.

Y por eso se vio roja y radiante.

Por ello la llaman de sangre.

Pero, muchos la vieron borrosa.

Porque sus ojos estaban empañados de lágrimas, y sus cuerpos manchados de sangre.

Hasta la Luna llegó su reflejo.

Primero del color de las penas.

Y después el de la misma sangre.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Ignorante ardilla

Confiada la ardilla buscaba en el suelo alguna baya.  


Un perro sorprendido la mira y calcula la distancia.


Tanta era su seguridad que no repara en la presencia del can. 


El chucho su estrategia tantea. 


La ardilla sigue buscando y cada vez más se aleja de sus ramas.  


El perro decidido hacia ella se abalanza.
La ardilla aún no se percata.


Corre, acelera, se entusiasma y hacia la ardilla va como una lanza. 


La peluda cola de la ardilla, situada hacia arriba, indica que el peligro aún no la alarma. 


Ya tiene a tiro de piedra a aquella extraña criatura de puntiagudas orejas y cola de escoba al final de su espalda.


La nariz del chucho ya se satura del aroma de aquella especie de rata.


Es entonces cuando la ardilla del peligro se percata.


Se arranca en carrera y mira lo lejos que  están las ramas. 


Un tramo largo de suelo, y el tronco del árbol,  hasta alcanzar la seguridad y la calma.


El perro ya se relame, se ilusiona ante tan emocionante caza, aunque aún no sabe si solo jugará o se comerá a aquella cosa peluda y extraña.


El corazón se le acelera, corre cuanto puede, su único objetivo alcanzar una rama. 


Y, ahora al perro no se le ocurre nada tan deseable como atrapar a aquel bicho, ni disgusto más grande que si no la alcanzara. 


Solo un instante resolverá tan interesante trama. 


La ardilla toca el tronco del árbol. 


El perro muerde a la ardilla su cola.


El roedor se revuelve.


El perro se asusta al ver tan fiera cara.


La ardilla le muerde el hocico.


El perro se enfada.


Pero, ahora, la ardilla ha saltado sobre su lomo.


Se retuerce el perro para destrozar a aquella alimaña.  


Ella salta, y salta y salta, y ya está en la rama. 


El perro la mira, allá arriba, y comprende lo que es un perro y, también, lo que es una ardilla. 


Ella, victoriosa, contempla a aquella fiera que allá abajo queda burlada. Y, se confunde, y no aprende que aquel es un  perro y ella  solo una ardilla.

viernes, 25 de septiembre de 2015

La niña que estaba barriendo el otoño

LA NIÑA QUE ESTABA BARRIENDO EL OTOÑO

Hoy he visto barrer el otoño.
Apenas ha llegado.
Casi ni ha peinado los árboles ni ha sacudido sus ramas.
Aún solo unas solitarias hojas salpican el suelo.
Pero hoy he visto barrer el otoño.
¿Qué haces niña con esa escoba? -le he preguntado.
Barro las hojas -me ha contestado ella.
¿Por qué lo haces?
No sé --ha dicho la niña-, solo barro.
¿No ves que estás barriendo el otoño?
Y ella se ha reído.
Qué dulce risa tenía la niña que estaba barriendo el otoño.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Ya está bien

Y de pronto, sin previo aviso, de  repente, como si todo ser viviente hubiese desaparecido de aquella tierra maldita, se hizo un silencio de muerte, un vacío completo, como si Dios no hubiera aún creado el mundo.
Y, cuando los satélites americanos, los rusos y los chinos, mandaron imágenes a sus respectivos países, el mundo quedó atónito, al comprobar que una gran parte de la superficie terrestre había desaparecido, justo aquella en la que existía algún ser humano en pie de guerra.
Por fin, aquellos lejivecinos del planeta gemelo a la Tierra habían decidido actuar. Llevaban observando sin intervenir en nuestra vida desde hacía más de dos millones de años, desde que Luci corría por las praderas de África. Llegaron justo cuando su tecnología se lo permitió, gracias a que su planeta se enfrió y creó una atmósfera que hizo brotar la vida justo diez millones de años antes que la Tierra. Muy poco tiempo, pero suficiente para que descubrieran los arcanos de la física, para que pudieran viajar a la velocidad del instante, en suma para que su paciencia se agotase y tomaran las riendas de un planeta enfermo y de una especie fallida en una Tierra maravillosa. Y decidieron que vivirían aquí. Que a este planeta le cambiarían el nombre,  y que a sus habitantes les reprogramarían su código genético con la secuencia de una canción. Era de un tal John Lennon.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Dos crímenes en Cuenca, que esta vez sí ocurrieron

Era una mañana cualquiera. La llamada de teléfono le altera la calma. Una angustiada petición de ayuda requiere ser contestada. El miedo está controlado. No ocurrirá nada. Proteger a su amiga no es una opción, es una obligación sagrada. Solas marchan aún muy de mañana. No es largo el camino. Ya están en la mansión de los fantasmas. Abren una cerradura y entran en la casa. Todo ha de hacerse rápido, no cabe demora. Hay que recoger los restos de una vida pasada. Recuerdos de una patraña. Equipaje para continuar la vida. Todas sus pertenencias. No tiene pánico, solo miedo, pues su amiga la acompaña. Están en plena faena cuando se oye gran estruendo en la casa. Ruidos de cristales rotos. Una puerta se abre forzada por el monstruo de las dos caras. El miedo ahora es pánico. Ambas amigas se abrazan. Se ven brillos de plata. Sangre corre ya por la estancia. Gritos de la que aún tiene voz, pues su amiga ya para siempre calla. Palabras gruesas del jifero. Cuchilladas de muerte les abren las entrañas. Una de ellas ya está muerta. La otra mira al monstruo de las dos caras. Algo terrible le dice. Pero ella no entiende nada. Un hierro con filo de plata, de un tajo le desgaja la cara, el cuello...y por ahí se le escapa el alma. Mira a su amiga, pero ya no ve nada. Solo el rostro de un cobarde. De un monstruo que ya solo tiene una cara.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Los colores de su vida

Rojo...blanco...oro...canela...plata...verde...rojo...azul...amarillo...arcoiris...gris...negro...rojo...negro...rojo...negro...rojo...oro...verde...azul...azul...azul...azul...NEGRO.