martes, 20 de octubre de 2015

Simplemente un hijo de puta

SIMPLEMENTE UN HIJO DE PUTA (HP)

Ella dejó a su hijo en el cole

El hp abrió la puerta del coche

Se despidió con un beso y él se limpió la mejilla y guiñó un ojo

El hp contó los billetes y los restos de la droga del día

Ella le dijo adiós desde lejos a su hijo

El hp accionó la llave de arranque del coche

Ella entró en la panadería. Dos barras de pan, por favor

El hp esnifa una raya de coca

Ella ya va ufana con el pan hacia su casa

Otra rayita y el día empezará de perlas para el hp

Solo tiene que calentar la comida. Tiene tiempo de sobra

Ya siente aquel soplo de vida y hp ya está en estado de hijo de puta

El semáforo está en rojo y ella espera

Él hp acelera, acelera y acelera

Verde se torna el semáforo y ella con decisión cruza la calle

El hp atisba apenas una luz roja, pero no está para colores ahora y otra vez acelera

Solo un instante, ve un monstruo de fauces de plata, que ya hacia ella se abalanza

El hp ve irremediable el impacto. ¡Cosas de la carretera!

En todo su cuerpo el monstruo impacta

Dos volantazos da el hp, pero ya no nada evitan

Ella ya vuela y ,allá arriba solo una imagen ve, la de su hijo que aún continúa  limpiándose la mejilla y que un ojo le guiña

El hp no frena, sino que de nuevo acelera

En la calle reposa ya un cadáver, el de ella

En el colegio un niño juega y ,cuando recuerda el beso que le dio su madre, esboza una amplia sonrisa.

Dedicado a todos los hp que manejan un volante

lunes, 19 de octubre de 2015

El pueblo fantasma

Pueblo de un solo niño.

La escuela un ingenio cibernético apenas.

Una pared por compañera de juegos,

y su único amigo un perro.

Su padre, más que de él, de las  ovejas.

Su  madre, también la de todos los que allí aún respiran...

alcaldesa, maestra, tendera, y hasta sanadora de cuerpos.

Además de ellos, dos ancianos y un cementerio.

Tierras otrora de bravos campesinos.

De pastores, herreros, soldados y frailes.

Corazón de un país, cuna de una lengua universal y de un imperio.

Hoy cementerio  olvidado y casa de solo un niño.

Se acaba la vida en aquella tierra.

Ya se muere la otrora señorial villa...

El olvido se lleva hasta el recuerdo de los muertos.

Y nadie sabrá que un día allí alguien moró...

Gentes que nacieron, amaron, vivieron y  un día cualquiera allí murieron.

Solo es un mísero pueblo.

De una comarca olvidada.

De una tierra baldía.

Sin orgullo, sin bandera, sin nadie que ya por ella sienta pena.

Ya se murieron los viejos... se marchó la mujer...

...y con ella se llevó al niño.

Eso ocurrió en primavera, cuando un motor rugió tras el alba...

Y una vieja camioneta apareció por la vieja carretera...

... bajaron dos hombres...

...y subieron las ovejas

Tras ellas el único hombre del pueblo.

Ella lo vio marcharse, y cómo en la cuneta había dejado al perro.

Con el alma rota cogió  de la mano a su hijo...,

y atado de una cuerda: al perro.

...tomaron la carretera y desaparecieron en lontananza.

Allí quedaron los ancianos en su mísera casa...

...ya más que morada, era un adosado del cementerio...

Y no quedó nada, solo un pobre juglar que a  sus muertos les cantará una nana.

domingo, 18 de octubre de 2015

El anciano y su vieja casa

Solo una mísera escritura de propiedad

Es todo lo que le resta de una vida ya gastada

Incapaz de oír ni de hablar

Sus músculos agarrotados por la enfermedad  y el tiempo

El rictus pétreo de un rostro sin gesto

Todos esperan que estampe su huella

Es su casa la que está en almoneda

Son sus deudos quienes la venden

Seres ajenos se apropiarán del espíritu de  sus antepasados

Él  apenas ve, casi ni oye, ajeno a aquel zoco nada comprende

El notario llama a testigos

Darán fe de que allí todo es de ley

Que aquel anciano da su venia

Que sí,  que se desprende de su morada

Que unas pocas monedas valen una vida y, de sus ancestros, el alma

El notario le toma el dedo, y con saña en el tampón de tinta lo estampa

Ya solo resta un corto viaje

De la esponja al papel de gruesa trama

Aquel hombre comprende, lucha y se resiste

Pero ya ningún músculo, ni un solo dedo, le responde

Comprende que lo desahucian

Que le venden su casa

Que todos están de acuerdo

Ya abren las bolsas para guardar la plata

Solo resta que aquella huella deje su marca

Ahora lo comprende todo. ¡Aquellos miserables venden su casa!

Cuatro generaciones nacieron y murieron en esa morada

Estos la venden y otros la compran para derribarla

Y en esos escombros quedará toda su estirpe allí sepultada

Una fuerza sobrenatural le parte de sus entrañas

A través de sus venas se extiende y sus dedos agarrotados los transforma en garras

De un salto se incorpora

De un zarpazo al notario el corazón le arranca

Dos, tres, cuatro y cinco

Cinco cadáveres ya macabramente decoran aquella sobria estancia

El anciano ríe y con saña la escritura desgarra

Tras ello cae en la silla con peso de plomo

Y con una sonrisa despide a su alma

Negro y rosa


¿Por qué todos ríen?

¿Por qué hacen fiesta tan grande?

¿Por qué yo no?

Ellas tienen esperanza

Yo la perdí hace mucho tiempo

Aquel maldito día…

En el que me dijeron que el mal había vuelto

Mañana tendré que esconderme

Nadie querrá verme

La enfermedad es rosa

Y yo voy a contracorriente

Yo ya perdí la esperanza

Por eso debo apartarme de la gente

Mi futuro no es rosa ni verde

Es negro como la noche y la muerte

Pero mi alma es arcoíris, es negra, es blanca, es rosa y es verde

Y ya no le tengo miedo a la muerte

No tengo rosa esperanza, pero la existencia es vida, y también muerte

Y yo pregunto : ¿Hay mayor dicha que con el alma calma esperar la muerte?

Dedicado a aquellas mujeres y, también a algún hombre, que mañana  no tendrán visibilidad, pues todos negarán que existen.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Miguel Servet

Hoy he estado en la sierra

En aquella en la que hace unos días fui feliz

He visto una barbacoa

Estaba preparada con leña

Y abandonada

Me he acercado a ella

He sentido un escalofrío

Y que  que alguien me hablaba

He cerrado los ojos

Algo me ha arrastrado hacia ella

Una sensación de terror se ha apoderado de mi

He visto que me llevaban encadenado

¡ Me iban a quemar!

¿Por qué?

Por…

Yo…¡Yo era Miguel Servet!

Me ejecutaban en la hoguera por negar la Santísima Trinidad

¿Quiénes?

Los calvinistas

¡Por qué  no me preocupé  de mi gran descubrimiento!

¡Por qué me metí  con la religión!

He pasado a la historia por descubrir la circulación pulmonar…

¡Por qué  fui tan necio!

Siento terror

Miedo al dolor

¡Pánico!

¡Por qué  fui tan necio!

Por la religión

No, fue por la libertad

Me quemaron por defender la libertad de pensamiento

¡Viva el fuego!

¡Viva la Inquisición que me quema por defender la libertad!

En cambio me recordarán como médico

Pero yo fui la Revolución

La revolución del pensamiento

No sé  por qué he escrito esto

En esa sierra hay espíritus

Y me han hablado

Esta tarde

lunes, 12 de octubre de 2015

El guionista de Bollywood


Estaba hambriento, igual que toda la familia. Tenía un don según le decían, era capaz de escribir los más bellos versos que nunca se hubieran leído o escuchado en su aldea.

Por este motivo, habían reunido unas piastras y había viajado encaramado al techo de una vieja camioneta hasta Bombay, allí iba a participar en un concurso que buscaba jóvenes promesas para la escritura. Y, por ello, allí ahora se hallaba, con un bolígrafo de tinta azul que jamás antes hubiera visto uno igual, y un cuaderno de pastas verdes que disponía de un muelle de color blanco que mantenía sus hojas unidas.

Allí, sentado en un pupitre de madera, junto a más de cien jóvenes de ambos sexos, venidos de todos los rincones del subcontinente indio, con un objetivo en sus almas, que a él se le figuraba quimera.  El premio era la oportunidad de publicar un libro en la editorial de más tirada de todo el país y, quizá, viajar a Bollywood y ser probado como guionista, si es que demostrase talento para ello. Cierto  era que tenía confianza en sus posibilidades y, sabía que podría escribir poesía, un relato, o cualquier formato o estilo literario que le exigieran.

Ya todo estaba listo para iniciar la prueba. Tenían dos horas por delante para escribir sobre aquello que les pidieran. Todos estaban concentrados esperando el tema y el estilo que decidieran.

Y, al fin se oyó una voz, que dio instrucciones precisas. Indicó  que escribieran cómo y lo que quisieran. Tema, modo, género y estilo libre. Todo un reto para hacer brotar la imaginación, la espontaneidad y la valía de aquellos diamantes en bruto de la literatura.

Él miró al techo, respiró lenta y profundamente, pensó  en su aldea, en su familia y en su futuro. Y en el de ellos. Tomó  el bolígrafo de tinta azul, apuntó al comienzo de la primera página del cuaderno de pastas verdes y, se dispuso a derramar en él el curso de la creación literaria que surgiera de su mente. Cerró  un momento los ojos y buscó  la inspiración. Pero, su mano quedó  agarrotada, no escribía palabra alguna, lo intentó  una y otra vez, pero una resistencia insalvable impedía iniciar la escritura. ¿Era su mano que no respondía?, o, ¿quizás su mente no era capaz de alumbrar idea alguna? Y tomó conciencia de que estaba vacío , que en él  no había un solo pensamiento que pudiera transverberarse en palabra, no se le ocurría ninguna idea, nada; absolutamente nada. El miedo comenzó a apoderarse de él, y después se transformó en pánico. Supo que no conseguiría nada, que tendría que regresar a su aldea completamente fracasado, pobre y miserable de por vida; la única esperanza de los suyos tirada  por aquel sumidero de su inutilidad para enfrentarse a la vida; a la lucha por el triunfo. No era más que uno de aquellos  que llamaban intocables a los que nadie apreciaba. No le quedaba más opción que huir, o dar fin a su vida. No, no podía regresar con aquel fracaso. Su padre no le miraría  nunca más a la cara y su madre moriría de pena con ello; su pequeña hermana  sufriría tal decepción que no volvería  a mirarlo nunca más como el héroe  que ella creía  que era. No, no pasaría por ello. Se lanzaría  al río Ganges y se uniría a las cenizas de los muertos que reposaban en aquel río sagrado. Pero, él, tampoco era digno de morir en el Ganges; mejor en un estercolero, uno de esos que abundan por doquier en Bombay, en los que, como fantasmas, vagan miles de seres tan inútiles y desgraciados como el; no, mejor no moriría, se quedaría  allí entre los detritus del estercolero como un muerto viviente, como un resto orgánico más,  hasta que la muerte natural le llegara y, con suerte, quizás ya pasta entonces habría  hecho méritos para reencarnarse en un gusano, sí, quizás con suerte…

Y, fue entonces, cuando oyó  un silbato y una voz que decía: “Dejen de escribir”.”Bolígrafos  en la mesa”. Reparó  que había estado sumido en una ensoñación durante el tiempo que había durado la prueba.

Dejó el bolígrafo en la mesa y…¡Se frotó los ojos! ¡No podía creerlo! Repasó  las hojas del cuaderno. ¡Una!, ¡dos!, ¡tres!, ¡cuatro!…¡hasta veinte hojas había escrito! ¡Era un relato fantástico! ¡Había escrito todo aquello que le había parecido un sueño!...

Y, ahora, allí degustando un exquisito té  verde, él, el más afamado guionista de Bombay, por el que pugnaban  todas las productoras cinematográficas de Bollywood, recordaba cómo aquel joven salido de una mísera aldea de ninguna parte, había dado un primer paso, un salto de gigante, al triunfo y a la fama.

sábado, 3 de octubre de 2015

Pizarra de hojaldre

Trece mil millones de años dicen que es la edad del Universo.

Trece mil quinientos casi.

Ya es noche cerrada.

Una más.

Una noche del mes de octubre.

Dos mil años, según nuestra cuenta, desde que nació Cristo.

Hoy he estado en el campo.

Mi padre sabe mucho de fósiles.

Él venía conmigo.

Hemos visto una pizarra.

Era como un hojaldre.

En ella, miles de años, cientos en cada capa.

Miles, millones de noches como esta.

Miles, millones de veces el tiempo que dura una vida humana.

Esta, es solo una noche, ni siquiera el tiempo de una pizca de una capa de hojaldre.

Toda la historia humana está escrita en un simple bocado de una pizarra de hojaldre.

jueves, 1 de octubre de 2015

Bolaños


Solo un instante.

Una fracción de  segundo.

Toda una vida.

El final de tres.

Sobra tiempo.

Bastó para crear el Universo.

Y para decidir.

Una, dos, y tres.

Tres vidas Menos.

¡Qué más da!

Una madre.

¿Madre?

Dos hijos.

Ella apenas cuarenta.

Ni siquiera veinte ellos.

¡Qué más da!

¿Odio?

Escasa palabra.

¿Sinrazón?

¿Acaso alguien sabe lo que es la razón?

¿Los psiquiatras?

No, ellos no.

¿Quién, entonces?

Quizás nadie.

Un segundo.

Bastó un segundo.

Aquel camión.

Un volantazo.

El fuego.

La nada.

¿Fue el fuego y la nada? ,o, ¿La nada y el fuego?

No.

¡Horror!

¡Muerte!

¡Juventud truncada!

¿Alguien pudo evitarlo?

No lo sé.

Yo no.

Lloros.

Lamentos.

¡Nunca más!

¡Qué más da!

¡Son solo tres cadáveres!

¡Quien mata a un semejante es como si hubiera matado a la Humanidad entera!

http://www.lanzadigital.com/news/show/actualidad/creen-que-estrello-de-forma-voluntaria-el-coche-en-el-que-murio-con-sus-dos-hijos-en-valdepenyas/87000